Los árboles muestran que las avalanchas son cada vez más intensas y frecuentes

© JUAN ANTONIO BALLESTEROS-CÁNOVAS / UNIGE
La frecuencia de las avalanchas se ha multiplicado por diez en el último siglo y son más intensas, al menos en el Himalaya, según concluye un estudio de la Universidad de Ginebra, cuyo primer autor es el ingeniero de montes español Juan Antonio Ballesteros-Cánovas.

Los impactos del calentamiento global se sienten especialmente en las regiones montañosas, donde el aumento de las temperaturas es superior a la media, lo que afecta tanto a los paisajes glaciares como a los recursos hídricos. Las repercusiones de estos cambios son múltiples y variadas, desde los glaciares en retroceso hasta un aumento en la frecuencia e intensidad de las avalanchas de nieve.

Las avalanchas son un fenómeno natural y ocurren repetidamente en las zonas de montaña. Pero el aumento de las temperaturas está alterando su patrón. Esto puede provocar desastres y graves consecuencias en las zonas de montaña, donde pueden afectar el desarrollo socioeconómico y la destrucción de la infraestructura y edificios. 

Es lo que ha ocurrido en el Estado indio de Himachal Pradesh, donde el aumento del número de viviendas y el turismo ejercen presión sobre el uso de la tierra. En el camino hacia Leh, situada a 500 kilómetros al norte de Nueva Delhi, el Gobierno indio comenzó a perforar uno de los túneles más grandes del subcontinente indio. Con el calentamiento global, el camino de acceso al túnel está cada vez más amenazado por las avalanchas de nieve. 

Los árboles, testigos

Por esta razón investigadores de la Universidad de Ginebra (UNIGE) estudiaron el problema entre los años 2013 y 2015. Las conclusiones las acaban de publicar en un artículo recogido en Proceedings of the National Academic of Science (PNAS), cuyo primer autor es un ingeniero de montes español Juan Antonio Ballesteros Cánovas. 

El objetivo de la investigación fue evaluar, y ampliar, la información actualmente disponible sobre avalanchas para identificar la naturaleza de los cambios que están teniendo lugar actualmente en su actividad y evaluar las necesidades futuras para hacer frente a estos cambios. 

En ausencia de datos comparables a la información recopilada en las estudios europeos, que tienen registros de los últimos siglos, los investigadores de la UNIGE buscaron datos en los árboles. Examinaron tocones o árboles que aún estaban en pie para reconstruir las avalanchas de nieve ocurridas en el sitio de estudio. 

Mediante el análisis de los anillos de crecimiento y las heridas dejadas en los árboles por las avalanchas, los científicos pudieron fechar eventos individualesLa investigación incluyó casi 150 árboles. 

«Como sabíamos la posición de cada árbol afectado, pudimos reconstruir la dinámica, extensión lateral y distancia de desviación de cada avalancha ", explica Juan Antonio Ballesteros-Cánovas, profesor titular del Instituto de Ciencias Ambientales (ISE) de UNIGE. «Esta técnica nos permitió remontarnos a 1855 y registrar 38 avalanchas en este período en el valle, la mayor recogida de datos hasta la fecha en el Himalaya».

Los modelos utilizados para probar el impacto del cambio climático combinan los riesgos de avalancha con los datos climáticos locales. Se ajustaron para incluir el posible efecto sobre las características topográficas resultantes de avalanchas anteriores, porque al destruir la cubierta vegetal, son un factor de riesgo agravante. 

La conclusión de su trabajo fue que desde la segunda mitad del siglo XX, ha habido un aumento en el número de avalanchas, que se han hecho más frecuentes y más intensas. La frecuencia ha pasado de un avalancha cada década a casi una por año.


El impacto de la temperatura 
Las avalanchas son más grandes, recorren mayores distancias y se activan a principios de año. Estos cambios se pueden atribuir claramente al aumento de las temperaturas, que ha registrado un incremento de 0,2 a 0,4 grados anuales en algunas zonas del Himalaya. 
El aumento de la temperatura del aire también está afectando a la criosfera: los glaciares están retrocediendo y el permafrost se está derritiendo, perdiendo su papel estabilizador de sedimentos. 
Además, la estructura de la capa de nieve está cambiando por efecto de la temperatura del aire cada vez más cálido y también se ve alterada por los eventos de lluvia sobre nieve. 
Además, ahora la nieve se adelanta y está cayendo a principios de la temporada al tiempo que  desestabiliza antes de la primavera, en un momento en que es más espesa, lo que lleva a un aumento en el número y la intensidad de las avalanchas. Y como la nieve está húmeda, las avalanchas descienden lentamente pero a distancias mayores que en el pasado.


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